Odio la expresión “salir de la zona de confort” y me cuesta decirla (y aún más escribirla) pero la realidad es que no encuentro mejor manera de expresar que creo que he conseguido regresar a esa zona que se supone “de seguridad”. O, al menos, ya no estoy en zona hostil, insegura e inestable.

Podría parecer que cualquier aventura fuera de esa zona se consideraría insegura y peligrosa. Quizá yo debería decir: “¡atrévete!”, “sé emprendedor” o “haz eso que tanto anhelas pero que temes” o “¡enfréntate a tus miedos!” PERO NO. NO LO DIRÉ.

No lo diré por la sencilla razón de que yo no soy nadie para dar consejos a nadie. Lo más que puedo hacer es contar mi experiencia y que, aquellos que se vean en un punto de partida similar al mío (al que yo tenía hace unos 6 años), puedan optar (o no) por dar el paso de salir de la dichosa zona.

Pero primero, ¿por qué decidí SALIR de la “zona de confort”?

¿Qué te lleva a dejar de actuar de determinada manera si “todo va bien”? Si todo va bien… ¿por qué cambiar? Mejor no tocar, no sea que la cosa se tuerza.

Yo siempre he llevado una MÁSCARA… Roberto Aguado es amigo de sacarle significados profundos a las palabras y un día me dijo que las máscaras casi siempre salen “más caras”. A priori puede parecer una reflexión fácil y vaga pero lo que encierra dentro es GRANDE con mayúsculas.

El caso es que la gente dice de mí que soy seguro, decidido y valiente pero la realidad es que soy tímido, dubitativo y, si no cobarde, sí un poco “reflexivo de más”. Pero, sin embargo… ¡La mayoría de la gente piensa de mí lo contrario! Hasta el punto de que esa falsa seguridad que perciben se llega a interpretar como arrogancia y prepotencia (los que me conocen bien saben que no es más que timidez).

El paso era natural… ¡Tenía que quitarme la máscara y mostrarme tal y como soy! (como los famosos y famosas que se fotografían sin maquillaje y de manera normal). Esa debía haber sido mi salida de la zona de confort, mostrarme con mis inseguridades y miedos pero, sin embargo,… ¿Qué hice?

Cuando sales a la zona equivocada…

Si eres un tipo-seguro-y-decidido tienes que hacer cosas de tipo-seguro-y- decidido. Así que me decidí a salir “al otro lado”. Me puse en escena. Me apunté a todas las redes sociales habidas y por haber. Con ayuda de Carlos M Lebrón ( analisisweb)  creé este blog en el que escribo (cada vez menos). Me puse en “el mercado” de las formaciones, charlas  y demás actos con una intención buena (o eso creo). ¡Había salido de la zona confort! El problema es que la zona en la que entré quizá no era la mía. Fui a la zona a la que van los tipos-seguros-y-decididos pero yo ni soy seguro ni soy decidido.

¿Qué demonios hacía yo ahí? Pues precisamente tratar de demostrar que soy un tipo-seguro-y-decidido. ¡Qué horror, debería haber salido de la zona de confort pero para mostrarme verdaderamente como soy, sin máscaras! Pero, sin embargo puse otra máscara encima de la anterior.

¿Por qué decidí VOLVER a zona segura?

Se puede adornar todo lo que queramos, podemos decir que es muy enriquecedor descubrir “nuevos mundos”, que llenas la mochila de experiencias que te ayudarán en tu vida (también odio expresiones relativas a llenar la mochila) pero la realidad es que si hay algo que he aprendido en este viaje de 6 años por los angostos terrenos “extraconfortables” es que “el otro lado” está lleno de DEPREDADORES ansiosos de nuevos y osados individuos que han decidido dar el paso “al otro lado”.

Pero ¿y esos depredadores? ¿Salieron en su día de “su zona de confort”? ¡Noooo! Ellos nunca dieron el paso. Simplemente se engancharon como lapas a algún “osado” y han encontrado de ese modo una droga que les mantiene unido a aquel mundo “de valientes” pero en el que ellos no arriesgan lo más mínimo.

Podéis pensar de mí que soy un cobarde, que he cambiado de rumbo y he dado marcha atrás para volver a la dichosa “zona de confort”… ¡TENÉIS RAZÓN! Soy un cobarde (o un poco reflexivo de más) que ha vuelto (vivo) de la zona de confort. He regresado con zarpazos, mordeduras, magulladuras y todo tipo de heridas que dudo que se cierren del todo algún día pero… ¡HE VUELTO! Estaría bien decir que he vuelto seguro y decidido aunque la realidad es que he vuelto igual que salí pero sin máscaras (sin ninguna de las dos).

Volver a la zona de confort, a la zona de seguridad NO es malo (ni poco innovador)… En realidad, la zona de confort es donde mejor se está. Por algo, TODOS, cuando volvemos de viaje (aunque hayan sido vacaciones inolvidables) llegamos a casa y decimos “hogar dulce hogar”.

Y, a partir de ahora, ¿qué?

¡Qué nadie se monte películas! Lo que trata de decir esta entrada es que tener debilidades no es malo. Y que salir de la zona de confort (en mi caso) debería ser mostrarme realmente como soy (con mis fortalezas y debilidades). Vamos, que antes llevaba una máscara que trataba de ocultar las debilidades para que solo se vieran las fortalezas y he conseguido quitarme la máscara que ocultaba mis debilidades y ahora muestro debilidades y fortalezas. O dicho de otro modo… ¡Que no actúo! ¡Que no llevo maquillaje! (aunque sí cremita para las arruguitas).

Así que, a partir de ahora… ¡Lo de antes!… Espera, que lo pongo en negrita… A partir de ahora… ¡Lo de antes! Con una diferencia importante:

Antes era mi verdadero yo a ratos y ahora seré mi verdadero yo todo el rato.

Pdta.:Hay otra expresión que también odio. Es esa de “tal cosa no, lo siguiente”. Pues puedo afirmar categóricamente que yo actualmente estoy “en la zona de confort, no,… lo siguiente”.