Mientras charlaba con los padres de aquella niña y tratábamos entre los tres de dilucidar cuál sería el motivo de que de tan brillante cabecita no obtuviésemos los resultados esperados visualicé la raíz del problema.

¡Nos estamos empeñando en meter una nube en una caja y se está desbordando por los cuatro costados!– Les dije a los padres de Carmen que me miraban como diciendo: -¿Este qué dice? Hemos venido a pedirle explicaciones de por qué Carmen no da pie con bola en ortografía o por qué tiene tantas dificultades con las tablas en 5.º de primaria y nos sale con que nuestra hija es una nube.

De repente, lo vi claro…

Sí, yo me sabía la teoría de las inteligencias múltiples, de respetar los estilos de aprendizaje y bla, bla, bla… Pero nunca había vivido un caso tan claro y flagrante de “cómo desaprovechar el talento de una persona” por no saber mirarla desde el ángulo correcto.

Desde aquel día fui consciente de que el problema no lo tenía Carmen sino que lo tenía yo. Y me repetía constantemente: -Si ya lo decía Einstein… “Si juzgas a un pez por su capacidad de subir a un árbol vivirá toda su vida creyendo que es un inútil”.

Hace unos días uno de mis contactos de linkedin publicó un post de falsas citas atribuidas a Einstein (esta del pez, al parecer, es una de ellas). El caso es que ese post me hizo recordar la cita y con ella  a Carmen con sus dificultades en cálculo y ortografía pero también me hizo recordar su increíble don para tocar el oboe, cantar, contar historias apasionantes y sobre todo su capacidad de ver la misma realidad que la mayoría pero desde otro punto de vista.

Be cloud, my friend.