Profe, no es que quiera hacerlo lento, es que, de momento, este es mi ritmo.

Profe, no es que no quiera leer, es que aún no me siento seguro para hacerlo delante de todos.

Profe, no es que no quiera hacer la “O” como tú dices. Lo que pasa es que todavía no me sale como tú quieres.

Recuerdos momentos de cierta preocupación cuando mi hijo Pablo, con 18 meses, no era capaz de dar un solo paso. Ni tan siquiera era capaz de mantenerse en pie sin apoyo ¡y algunos de nuestros amigos y familiares tenían a sus niños correteando antes del año! Aún así, todo el mundo nos decía cosas como:

“¡No os preocupéis, ya andará!”

“¡Cada niño lleva su ritmo!”

“¡Déjale, déjale, que en cuanto empiece ya no va a parar!”

El caso es que todos tenían razón. Hoy, 8 años más tarde, mi hijo anda, corre, salta, nada,  monta en bici e incluso  hace un poquito de kitesurf.

Pablo empezó a andar cuando se sintió preparado para ello. ¿Os imagináis que en esto de andar se insistiera como en eso de leer o de escribir con perfecta letra cursiva?

¡Pablo, anda! Mira: un pie aquí y otro aquí… Pie derecho, pie izquierdo, pie derecho, pie izquierdo ¡Ponte de pie! ¡Otra vez! ¡Otra vez! ¡Otra vez! ¿Pero es que no sabes? ¡Pablo eres desesperante, no hay nada que hacer contigo!  ¿No has visto que tus amigos llevan andando desde los 10 meses?

El caso es que entendimos que Pablo necesitaba su tiempo. No pensábamos que no fuera a andar simplemente pensábamos que necesitaba su tiempo. ¿Qué hicimos? Darle tiempo. ¿Qué ocurrió? Que Pablo comenzó a andar.

Hoy día casi todos los alumnos llegan a primero de primaria sabiendo leer. Se da por hecho que tienen que saber leer por el mero hecho de estar en primero. Pero… ¿Y si eso no ocurre? ¿Y si no ocurre tampoco a final de curso?

Esos niños que no consiguen leer o escribir o sumar o restar cuando se supone que deben hacerlo, ¿deben repetir curso? ¿Se les debe separar de su grupo clase? ¿Es seguro que aunque dispongan de más tiempo no lo van a conseguir? Casi siempre es cuestión de tiempo y casi siempre llegan…

El problema está en que eso que llaman “respetar los ritmos de la clase” o  eso otro que llaman “estilos de aprendizaje” se queda en muchas ocasiones en simple palabrería.

¿Qué debería ser “respetar los ritmos de la clase”?

Debemos conocer tan tan tan bien a nuestros niños (a cada uno) que debemos tener la habilidad de correr a su ritmo. De nada sirve que le diga a Pablo que eche a correr cuándo acaba de dar su primer paso. O me pongo a su ritmo… ¡O lo dejo atrás! Ya podremos ir poquito a poco incrementando la velocidad. Pero correr antes de tiempo es accidente seguro.

¿Y eso de los “estilos de aprendizaje”?

Casi siempre una imagen vale más que mil palabras…

animalesarbol

¿Cómo puede ser que a todos los niños se les evalúe igual? ¿Y aquello de las inteligencias múltiples? ¿O es también palabrería?

Desde la copa del árbol se ve un bonito paisaje… ¿Más o menos bonito que en el fondo marino?

Profe, no te preocupes, que aprenderé a andar, correr, saltar y montar en bici. Solo necesito mi tiempo, ¿me acompañas en mi aprendizaje? Estoy deseando que me veas porque eres mi ídolo.