¡Noooo! Después del diez se dice once y luego doce y trece…

El empeño que tenemos los adultos en corregir a los niños en lugar de escuchar e interpretar el lenguaje de los niños no hace más que coartar su proceso natural de razonamiento.

¿Cómo podemos corregir al niño que por puro conteo llega a la conclusión de que después del diez viene el dieciuno?

Muchos problemas de aritmética acabarían si lo que viniese tras el diez se llamase dieciuno.

Una de las principales dificultades que se encuentran los alumnos en el aprendizaje de matemáticas es el concepto de decena y el número de dos cifras en general. Y es que, en nuestro idioma, no hay coherencia entre el lenguaje y las matemática. Es coherente decir dieciséis (un diez y seis) o diecisiete (un diez y un siete).

 Pero… ¿Es coherente decir doce para referirnos a un diez y un dos?

La mayoría de los materiales para el aprendizaje de las matemáticas llevan al alumno a representar sin mucha dificultad “dos dieces y tres”, por ejemplo. El problema viene cuando a “dos dieces y tres” tienen que darle el nombre “veintitrés”. Si hemos dejado al niño descubrir mediante el juego y la manipulación es lógico y coherente que el niño diga que después del diez viene el dieciuno o que después del diecinueve  viene el diez y diez. 

Sí prevalece el nombre o el dibujo del número por encima de la comprensión del mismo no podemos garantizar que el alumno comprende lo que hace.

En un método “tradicional”  de enseñanza de las matemáticas se comienza por el nombre y la forma del número y esto es, seguramente, la base del problema.

Hay que comprender e interiorizar aquello a lo que, luego, daremos el nombre establecido socialmente.

¿Por qué los asiáticos son tan buenos en cálculo?

A la hora de calcular, los niños españoles y europeos en general tienen “más trabajo” que los niños asiáticos… Un alumno español, para sumar catorce y veintitrés tiene que buscar  el símbolo que representa cada una de esas cantidades para después sumarlos. El catorce se escribe así: 14. El veintitrés se escribe así: 23 … ¡Y ahora toca sumarlos!

Un alumno chino, japonés o coreano se encuentra que el lenguaje no ha contaminado su razonamiento lógico matemático ya que en sus idiomas los números se construyen de manera lógica y coherente. De esta forma, ellos suman diez y cuatro con  dos dieces y tres. Total tres dieces y siete. Ellos no tienen que buscar la representación del número ya que en la propia dicción han separado en órdenes de unidades con lo que operar es muy sencillo.

Al trabajar con cualquier material y concretamente con el ábaco soroban debemos respetar la lógica del niño. De esta forma diremos que después del diez, viene el “dieciuno”  y luego el “diecidós” y el “diecitrés”, el “diecicuatro”, el “diecicinco”, el dieciséis …

Con lo cual, el tratamiento que debemos darle al ábaco soroban ha de ser muy respetuoso con el lenguaje lógico y coherente de los alumnos.

E ábaco soroban no debe de ser un material aislado que persiga un fin en sí mismo. Debe de formar parte de un abanico de materiales que tienen –todos- como premisa principal respetar el lenguaje y por tanto el  modo de razonar del niño.