Y, entonces, ¿qué interesa? ¿Saber mucho de poco o poco de mucho?
Lo interesante es que los conocimientos no estén aislados, sino que estén relacionados unos con otros, que unos me sirvan de andamios para seguir creciendo y construyendo.
Pero claro, ¿de qué sirve saber utilizar el ábaco o las regletas o los bloques o los palillos si no se vinculan al siguiente contenido y si no se ha comprobado qué material es el más adecuado en cada caso?
Y volvemos al post anterior… Si no podemos interpretar en la cara de nuestros alumnos si el camino es el correcto de nada sirve saber mucho.
Y, sobre todo, nuestros alumnos no nos recordarán por lo mucho que les hayamos enseñado sino por lo bien que les hicimos sentir dejándoles experimentar y descubrir.
Como dice el gran Rosario Mazzeo:
«¿Qué queremos que se lleve el niño al final de su paso por la escuela?¿Una maleta llena de contenidos o de experiencias?»
Está muy claro, existe una gran diferencia entre formarse y aprender. La formación se adquiere a través de la adquisición de contenidos pero el aprendizaje a través de la experiencia.
Los contenidos tienen fecha de caducidad pero el aprendizaje a través de la experiencia dura toda la vida.
Además no debemos dejar pasar por alto algo tan importante como es que en el aprendizaje el aprendiz pasa a ser la parte activa, hecho que activa y potencia la adquisición de habilidades, actitudes y llena de significado la adquisición de contenidos.
Queremos personas con conocimientos o personas competentes, que saben hacer, resolutivas y que aportan? esa es la reflexión.