– ¡Cero fallos en el teórico! Vocea Pepito.

¿Sabe conducir Pepito?

Pepito sabe qué quiere decir cada señal, qué implica cada error cometido al volante. Sabe que muchas veces los errores pueden resultar dramáticos.

Ahora Pepito debe circular, ver y comprobar. Debe equivocarse para poder así aprender de sus errores y buscar alternativas de mejora.

Si no conduce en la jungla urbana, si no se enfrenta a problemas reales no podrá nunca considerarse un conductor. Sabrá cómo se conduce pero no sabrá circular.

¿Pasa lo mismo en la enseñanza?

El maestro, sea o no vocacional, no lo es por aprobar un puñado de asignaturas.

El maestro lo es por haber sido capaz de encontrar alternativas de mejora a las trabas que se ha ido encontrando en el día a día del aula. Ha tenido que equivocarse para poder buscar soluciones y, claro, para poder encontrarlas necesita tener delante a un grupo de alumnos que le miran ilusionados y expectantes porque su profe siempre sabe por dónde tirar para que todos entiendan.

¡Horror, la decena! El año pasado me funcionó hacer bolitas de papel pero este año…, estos alumnos necesitan otra cosa… ¿Quizás regletas? ¿Quizás ábaco? ¿Quizás sus propios dedos? Sea cual sea la respuesta el maestro sabrá por donde tirar porque ve en las caras de sus alumnos si ha elegido el camino correcto… Si no, puede dar marcha atrás (mirando por el retrovisor) y tomar otra alternativa.

¿Se puede aprender a enseñar matemáticas o lengua o ciencias con un manual? DEFINITIVAMENTE NO.

Se aprende a enseñar matemáticas o lengua o ciencias teniendo delante a un grupo de niños que miran ilusionados y expectantes qué camino elegirá esta vez su profe.